martes, 8 de diciembre de 2015

Tal parece que Dios fuera español...

"Los españoles preferimos la muerte a la deshonra, ya hablaremos de capitulación después de muertos"

Maestre de Campo Francisco de Bobadilla, ante los ofrecimientos holandeses de rendición honrosa. Empel, diciembre de 1585.

Intentan hacernos creer que existe una sociedad "multicultural" utópica y deseable. Nos dicen que debemos tolerar, aceptar a la población ajena. Que las otras "culturas" nos enriquecen. Que la sociedad multicultural es algo inevitable. Es el progreso.
Jamás ha existido esa sociedad multicultural. Nunca se ha dado una convivencia en fraternal armonía. España se ha forjado en la lucha contra esas otras culturas invasoras. Y la cultura europea ha sobrevivido hasta hoy, gracias a la enconada defensa que los europeos han hecho de ella, frente a lo que hoy entra a raudales por nuestras fronteras.
Durante las últimas décadas, Europa ha recibido una invasión demográfica sin precedentes en la historia. Hemos visto en otros países cómo la integración de esta población es imposible. No importa la cantidad de recursos empleados: ni pueden, ni quieren integrarse.
Además, Europa envejece. Nosotros no tenemos hijos. De mantenerse la tendencia, en unas décadas, Europa será mayoritariamente musulmana. Y en menos de un siglo, los europeos seremos minoría en nuestra tierra.
Nos están sustituyendo.
Nos piden tolerancia con aquellos que en su tierra son inflexibles con lo nuestro. Dan la bienvenida al invasor, mientras han vendido a nuestra gente.
No te dejes engañar. No agaches la cabeza. No te cruces de brazos. No permitas que aplasten tu cultura.

... Y cuando todo parecía perdido, aquel soldado encontró la imagen de La Virgen Inmaculada. Y aquellos infantes españoles entendieron entonces que, aún estando rodeados por el enemigo, aún habiendo sido inundado su campamento, aún recibiendo desde hacía días el castigo de la artillería holandesa, así como estaban: hambrientos, sucios y ateridos de frío... Entendieron que la victoria sería suya, y se encomendaron a aquella Virgencita.
Y aquella noche, un viento helado y milagroso congeló el río Mosa. Y la Infantería española pudo marchar en silencio sobre el hielo, sorprender al hereje y vencer en Empel.
Y así fue cómo, aquel 8 de diciembre, La Virgen Inmaculada salvó a 5000 infantes que "lo mismo eran 5000 gastadores, que 5000 caballeros, que 5000 diablos" y se convirtió en patrona de nuestra Infantería.

domingo, 11 de octubre de 2015

12 DE OCTUBRE

La fiesta nacional se celebra ya como un susurro. Se escuchan más los cacareos de los traidores. Por lo visto, es mejor no alardear demasiado de nuestra Patria. Ser patriota, en España, es algo estrafalario y casposo.
¿Casposo?
Pues algunos presumimos de sangre, de raza y de bandera todo el año. ¿Qué pasa? Cada vez somos menos, sí. Mejor, porque vamos quedando los mejores. Los que lo tenemos más claro. Los que pasamos de leyendas negras, de cuentos y de historias para no dormir.
Los que hablamos con orgullo de nuestra Historia. Los que, cuando llaman asesinos a Los Conquistadores, respondemos: ¿¿Asesinos?? ¡¡HÉROES!!
Los que recordamos agradecidos las victorias de La Reconquista. Los que no olvidamos Lepanto, ni Empel, ni Covadonga, ni Las Navas,... Ni los últimos de Filipinas, ni los Caídos el 2 de Mayo, ni Krasny Bor, ni Rocroi, ni Trafalgar...
Los que vivimos enamorados de nuestros bosques, nuestras playas, nuestros montes, nuestras ciudades y pueblos, nuestros castillos y nuestras murallas...
Los que sabemos que, cada 12 de Octubre, habrá miles de españoles inmortales celebrando esta Fiesta, allá donde estén.
Hoy estarán brindando los Reyes Católicos con Lope de Vega, Núñez de Balboa con el Empecinado, Cervantes con Ponte Anido. Quevedo andará porfiando con Hernán Pérez del Pulgar, Velázquez charlando con el cabo Noval, y Hernán Cortés, piropeando a María Pita y a Agustina de Aragón.
Y sí,  cada vez somos menos los que estamos orgullosos de llevar la misma sangre que todos ellos. Pero no importa. Hoy los traidores no cuentan. Es el día de la Patria, el día de la Raza. Y hay que celebrarlo. Hoy brindamos con los españoles inmortales, allá donde estén.

miércoles, 7 de octubre de 2015

¿HOY COMO AYER?

Hoy vamos a hablar de una batallita que tuvo lugar hace 444 años.
Sí, sí: 444 años. Antes de la Transición, de Franco, de la Guerra Civil y de la maravillosísima Segunda República. Osea, para muchos, antes del principio de los tiempos.
¿Que qué hacíamos nosotros hace 444 años? Pues echarle valor al asunto. Valor... Un concepto muy poco civilizado y totalmente en desuso hoy en día.
Hace 444 años estábamos en guerra. Nosotros hemos estado en guerra casi siempre. Con la Pérfida, con los gabachos, con los herejes, con los indios, con los moros, o con todos a la vez. Así éramos los españoles. Éramos. Ahora no entramos en guerra. Nos limitamos a dejarnos collejear por otros países y luego lloriqueamos a la OTAN o a la UE, sin ningún tipo de resultado. Hemos pasado de ser leones, a ser perritos falderos. Beneficios del progreso...
Bueno, que me desvío del tema...
Estábamos en 1571. Los turcos asolaban nuestras costas. Resulta que los moriscos, lejos de integrarse en la sociedad española del siglo XVI, no como ahora -por favor, nótese la ironía-, se dedicaban a ayudar a los piratas musulmanes a desembarcar en nuestro suelo y no dejar títere con cabeza. Bueno, sí dejaban títere, es verdad: no mataban a aquellos que les podían servir como esclavos. ¿Que por qué los europeos no vamos por la vida reclamando indemnizaciones por los millones de esclavos que los musulmanes secuestraron? Porque sería demasiado patético, hasta para nosotros.
El caso es que los turcos andaban liándola parda donde les daba la gana: que si sitio Viena, que si asedio Malta, que si despellejo al gobernador de Famagusta y luego exhibo su piel en el salón de mi palacio... Las típicas gracias de los "intercambios culturales". Y Felipe II, estaba ya un poco hasta las narices de aguantar tanta tontuna. Que era el rey prudente, sí, pero todo tiene un límite (o por lo menos, en aquella época, había un límite de aguantar que nos mojaran la oreja. Hoy, evidentemente, NO).
Así que le pidió a su hermanastro Juan de Austria (un chaval que, dicho sea de paso, sí que merece ser considerado un ídolo por las generaciones futuras, y no un cantante o un futbolista) que pusiera un poco de orden en el Mediterráneo. Además, para que todo fuera un poquito más épico, el Papa hizo un llamamiento a toda Europa para luchar contra la amenaza musulmana (sí, junto como el Papa Francisco).
¿Y quién respondió a la llamada contra el turco? Pues nadie. Los ingleses porque nos han tenido siempre una tirria que no pueden con ella, los holandeses porque tampoco nos pueden ni ver, los franceses porque, aunque siempre han ido de católicos, ayudaban al moro por lo bajini,... Todos se hicieron los locos. Todos menos venecianos y genoveses, con los que casi acabamos a palos por el camino porque, según las malas lenguas, veían la cosa tan chunga, que trataron de pactar con los turcos antes de la batalla.
Bueno, pues con este panorama, ignorados por el resto de reinos cristianos y sin tenerlas todas con nosotros, nos plantamos en casa del enemigo... Y el enemigo pilló.
Voy a tener misericordia y no voy a narrar detalladamente el choque, aunque ni que decir tiene que Lepanto lo merece, porque fue una pasada. Tampoco me voy a quejar por que nadie se haya preocupado de rodar un peliculón sobre ésta batalla (es más importante Torrente 5, dónde va a parar), ni se hable de ella en los colegios, ni a nadie le importe un pito que hace 444 años nuestros antepasados fueran a partirse el morro al otro lado del Mediterráneo y fueran capaces de frenar el avance turco. Y con ello, posiblemente, de salvar Europa.
No. Todo este rollo no os lo estoy contando porque me hierva la sangre al ver la indiferencia de todos ante el sacrificio de los nuestros. No.
Toda esta chapa viene a que sería bueno comparar lo muchísimo que hemos cambiado los "civilizados" españoles (acogemos a todo el que llega, nos flagelamos por lo malvados que hemos sido siempre con todo el mundo, obedecemos a pies juntillas las resoluciones de organismos apátridas...) y lo poquito que han cambiado los de la media luna, que siguen sin integrarse en Europa, y en su tierra todavía despellejan gente, esclavizan cristianos y desprecian al infiel, 444 años después.
Que digo yo, que a lo mejor sería conveniente tenerlo en cuenta, porque en 1571 fuimos capaces de vencer gracias a nuestro atroz y tosco valor, pero a lo mejor hoy, con toda nuestra cultura de Internet y tele5, nuestro moderno concepto de ciudadanía y nuestra tolerancia, acabamos como el gobernador de Famagusta, de objeto decorativo en el salón de algún morube.